martes, 20 de abril de 2010

¿De qué depende que algo te sea aburrido?

La tierra fue violada. Los felices asfaltaron el camino pedroso, levantaron sus casas y edificaron un prolijo ghetto. Hoy, conviven mosquitos y caniche-toys. El polvo gravita amenazante alrededor de la pulcra paranoia.

Los “civilizados” se aíslan, de manera ficticia, de la “barbarie” vecina con barreras, alambres, cámaras y guardias. Desean exclusividad, son masa. Viven en terrenos separados prolijamente, próximos en un estilo de vida. Viven más fuera que dentro: las casas están hechas de vidrios, todo comportamiento es, en tanto existe un ojo ajeno. No hace falta imaginar mucho con tanta expresividad material.

Una familia festeja junto a sus amigos. Algunos cuerpos tirados, sudan coco y se zambullen en agua, cloro y aceite; otros, gritan; otros, comen asado. El sonido que emiten los cuerpos al caer en la pileta, la música fuerte y los gritos; conforman una melodía que acompaña a los vecinos durante el feliz domingo.