jueves, 18 de febrero de 2010

Tiempos

Un click, una abuela con alzhéimer que no escucha, una frenada de auto, el atardecer, 64 metros de agua, una siesta, una mirada, relatar la historia de uno, un mensaje de texto, dormir la siesta, un llamado, estudiar, un vaso de vidrio que cae.

¿Por qué sucede todo tan rápido? ¿Qué nos apura? ¿Quién se detiene?
No es fácil esperar y despreocuparse si el tiempo no existe
No es fácil pensar que todo lo que uno busca, también lo está buscando a uno.
¿Qué se hace con la nada?

3 comentarios:

  1. a la nada creo que hay que tratar de evitarla

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  2. Hola Juli, aquí de nuevo…

    Dejadas atrás, las primeras palabras que iniciaron este diálogo virtual no quieren perder pisada respecto de tus escritos. Me alegra enormemente que hayas visitado mi blog; hay nuevos textos en camino: siempre dije que para escribir necesito vivirme en lugares, contextos y encrucijadas nuevas; soy un realista, pero eso no significa que ceda muchas veces ante la seducción del idealismo; el hombre sólo encuentra un sentido cuando se trasciende en sus actividades.
    Esta vez visito tu blog para hacer un auténtico comentario.
    Tu texto llamado "Tiempos" me gustó mucho, sobre todo al final. Adoro las preguntas que abren grietas en lo profundo de las dudas que siempre tratamos de obviar con seguridades que, la mayoría de las veces, son las culpables de nuestras sorpresas. Me gustó porque esas preguntas que formulaste son las preguntas que se necesitan formular en determinadas ocasiones; preguntas así son la manifestación de la acción del tiempo sobre nuestra existencia.
    Pero, ¿qué es el tiempo? Hubo un filósofo en la “Edad Media” que reflexionó sobre tal cosa, y encaró su reflexión con preguntas muy parecidas a las que vos te hiciste. Ese filósofo era un teólogo neoplatónico de origen africano, se llamaba Agustín de Hipona.
    Pero no voy a decir lo que él dijo, sino que voy a darte mi opinión personal, muy influida por él, pero muy mía también:
    Sólo existe un tiempo, la eternidad; el tiempo al que nosotros estamos sujetos es una mera modificación, y responde a nuestra finitud. Los hombres nacen, crecen, viven, y mueren; son seres finitos, y por lo tanto, contingentes, es decir, cambiantes, volátiles. Como seres finitos que somos, nos manejamos conciente y sensorialmente en una dimensión estrecha de tiempo, tanto en longitud, como en latitud; el hombre tiene una única manera de existir en la eternidad en la cual existe ineludiblemente: percibir la eternidad en forma de presente, pasado, y futuro. Y a favor de la eternidad puedo traer a colación un hecho muy simple, aunque no por eso, entendido: el presente. ¿Cuánto dura el presente? El hombre, más que preguntarse “qué es el tiempo”, lo que está realmente preguntando es “cuánto dura el presente”, y la respuesta es: dura lo que dura la eternidad. ¿Por qué? Porque el presente es indivisible, inaprensible. Toda la eternidad entra a nosotros en cada instante de nuestra vida, sólo que es tan infinito el material que ingresa, que lo cortamos en un número enorme de partes, muchas de las cuales, no sabemos que son de hecho fragmento de lo que ha entrado.
    El hombre se proyecta sobre las redes que teje su memoria y su imaginación, la primera nos hace existir en el presente que ha pasado, y la segunda, nos hace existir en el presente que todavía no ha ocurrido. El problema es que no somos capaces de existir concientemente en el presente mismo, porque tal cosa escapa a nuestra percepción, y aún a nuestra razón. En términos temporales normales, el presente dura menos que una infinitesimal fracción de segundo, sin embargo, en esa unidad tan pequeña está contenido todo el universo.
    “¿Quién se detiene?” Nadie puede detenerse nunca; no somos más que el tiempo que duramos y el tiempo que podemos contar. Somos un reloj.
    “¿Qué nos apura?” Sentimos apuro porque somos la arena de un reloj, y como ésa arena, nos da vértigo dirigirnos hacia el fin de la suma del tiempo que manejamos. Yo suelo decir que las horas sólo corren hacia atrás, por eso todo sucede tan rápido, porque no somos más que anécdotas que sueñan.
    Por último, el tiempo de los hombres existe, pero no más que como un modo de la eternidad; existe en la medida que existe el hombre.
    Hasta aquí lo del tiempo.

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  3. Con respecto a la última pregunta: “¿Qué hacer con la nada?”, voy a afirmar una proposición, mía, discutible. No por el hecho de ser una proposición ha de ser verdadera, porque su verdad depende enteramente de tu creencia; para descubrir su valor de verdad, si es que lo tiene, tenés que buscar muy dentro tuyo la respuesta a los interrogantes que te platees para estudiarla.
    La proposición dice: Somos una nada que habita en el ser.
    Cuando puedas, me gustaría que reflexiones sobre esa proposición, y quizá con suerte, tras esa reflexión encuentres respuesta a esa pregunta que hiciste. Me gustaría que me cuentes, en tu blog o en el mío, sobre tu reflexión, y sobre tu respuesta. Yo a cambio prometo publicar un texto nuevo en mi blog, y ayudarte en tu búsqueda, y darte a conocer mi reflexión y mi respuesta. ¿Te gusta la idea?
    Sé que andas con poco tiempo, yo también, tengo que estudiar para 4 finales, pero con un ratito por día, con una mirada extraviada en una pared durante un momento inocuo, podes reflexionar y sacar cosas grandiosas.

    Saludos acompañado de un abrazo fuerte y sincero…

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