lunes, 17 de enero de 2011

Ganas

Mi abuela Inés tiene alzhéimer. En el geriátrico se hizo amiga de otra abuela con alzhéimer. Un domingo, luego de haber pasado el día con ella, la teníamos que devolver a su casa. Ya no me resulta tan duro verla allí. Cada vez que tenemos que devolverla repetimos la misma estrategia: le decimos que nos vamos de paseo y conseguimos que suba al auto; una vez en el geriátrico, la dejamos con alguna enfermera y salimos corriendo sin decir –Chau- o -Hasta Luego-

Pero ese día me retuvo su amiga, estaba sentada y sujetada como si tuviese un cinturón de seguridad, me abrazó con mucho cariño y me pedía que no la dejara, que la ayudara a salir de la silla. Quería caminar. Me imaginé en su lugar, soy inquieta y uno de mis mayores placeres es disfrutar de mi libertad física, que nada me ate, poder bailar, poder caminar, poder saltar. No habría nada peor para mí que la quietud obligada que estaba padeciendo esa abuela. Por suerte llegó una enfermera, la desató y me explicó que la abuela –Es muy inquieta, no para-

Es raro entender porqué siguen vivos los abuelos que padecen algunas enfermedades que son terribles

Por algo vive Inés, por alguien vive

1 comentario:

  1. hay nena , què emotivo, me hacès lagrimear, es increible que este asì , ella tan activa, el cuerpo se pone viejito y ya no responde como antes.Pero lo dulce nadie se lo quita!! tenès que estar contenta que tenes a tu abuela y que te acompaña en mas de un cuarto de vida tuya.de diferentes maneras, pero està.De ella tenès el amor por los libros =) abrazo julys!

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