jueves, 26 de enero de 2012

Nada

Acostumbrada a percibir simulación y mentiras como si no lo fueran, creí haber visto la luna donde no estaba. Me sentí engañada cuando la vi en otro lugar del cielo.

No se quienes me enseñaron a callar. No son pocos los que me dicen que ven mi rostro melancólico, triste, con dejos de cansancio. Ya de chica un compañero me bautizo “cara de nada”. Quizá mi gesto surge de este océano de sentimientos de no tener nada que decir. A veces sedo un poco y perfumo el ambiente con algún desodorante; creo que, en esos momentos, algunos se sienten mas civilizados conmigo. Pero lo anterior no sucede muy seguido, y me la paso sorprendida por las ganas que tienen estos animales de hablar.

Me aburre sentarme a hablar y hacer el stock de nombres de diversos objetos. Y ando con ganas de abrazar.

Mirando por la ventana de un colectivo vi a una mujer, también en silencio, cargando a su hija y caminando paralelo a las vías del tren.

Mirando por la vidriera de un local vi a una mujer con su Caniche, también en silencio, meando en la senda peatonal.

Mirando por la ventana de un piso catorce vi una ruidosa e iluminada ciudad. Sin luna ni estrellas.

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