miércoles, 24 de marzo de 2010

Tetas


Cuántas veces escuché hablar de ellas. La historia empieza así. Había una vez una vecina, del frente de casa, que se operó y comenzó a salir-a-pasear con sus dos nuevas amigas. Caminaba por el barrio sin corpiño ¡Qué mujer atrevida! Luego este tipo de arreglos estéticos, comenzaron a ser moneda corriente y nada sorprendía. En el local del Shopping tres de las ocho vendedoras se habían operado. Todo se equilibró cuando la cuarta decidió unirse al trío. Fue todo un acontecimiento. Se fue sin nada, y llegó con “todo”.Ya era un cuarteto. La cuarta, como no las consideraba suyas, las mostraba como se muestra una cartera, también delante del encargado, que ante mi sorpresa, me contó que este ya era el segundo par que veía. -Todo pasa por el autoestima- dijo algún psicólogo mediático y aconsejó- si la persona se siente mal sólo por ese detalle, tiene que cambiarlo- Buen vendedor. Pensé, inocentemente, que ese trauma femenino puede depositarse en algún otro lugar, y la solución quizá nunca pueda encontrarse. Caras o cuerpos o caras y cuerpos de goma. Me contaron sobre una señora obesa, con una gran delantera que no resultaba atractiva. Entonces, pensé, la cuestión no era tan sencilla y localizada. Entré a la casa de unas niñas, vi sus juguetes: 300 Barbies blancas y rubias en un mueble de 5 pisos. -¿Y los cuentitos?- pregunté. Tenían 20, eran de la colección Barbie. Voy al cumpleaños de mi prima. Observo dedos inquietos, páginas que pasan y pasan. Se trataba de “Revistas de mujeres”. Abro una revista, veo disfraces. Las amigas de mi prima vendían ropitas de caperucita, cenicienta y blanca nieves para mujeres. Nunca voy a olvidar que una vez un compañero en la secundaria me calificó con un 8. Creo que dijo eso porque me faltaba algo, me faltaban dos cosas y unas cuantas más que no supo notar. Ahora ya soy grande, entendí a los golpes cómo funciona la cosa. Cuando me escuchan, a veces digo que algunos hombres, de tanto imaginar y ver películas pornos, cuando se encuentran con la chata realidad, el ojo no entiende, ese ojo que capta la belleza al encontrar ciertos equilibrios en las formas, ese ojo que gusta de mujeres en vestidos y de sus formas cual pista de kartings, de cierto estilo que aquellas mujeres tiene cuando las llevan. Es una postura, una actitud que bien la podemos entender en las publicidades de Quilmes. Otras veces digo, que estoy feliz por no tenerlas, así, tal cual se las impone, por que de esa manera supe que aquellos hombres que estuvieron cerca de mí lo hicieron no porque las tuviese. Frena el colectivo, autos, gomas negras colgando y detrás la imagen de dos niñas como dios las trajo al mundo. Hablando de dios, también vi, qué pena esto de mirar tanto, en la puerta de un colegio católico, unas chicas que bailaban un tanto provocativas, creo que imitaban a Madona. Ya no es maría el ejemplo a seguir.


Hace un tiempo un amigo opinaba que los hombres no quieren mujeres, sino trofeos silenciosos para mostrar. Cuando hablaba del tema, recordé a mi vecina. Todavía no lo encontré al amigo con el trofeo, conservo la fe.

17 comentarios:

  1. Qué dirá la autora de "Sin tetas no hay paraíso"?
    Qué blog este ehh!! Creo que tenemos una Julieta que se dedica a desbaratar negocios pomposos: ayer, el turismo; hoy, las cirugías estéticas... Qué será mañana...?

    PD: Prefiero la CHATA realidad y no la CHOTA gomería...

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  2. Ahh, me olvidaba: es buena calificación un ocho! Un halago!
    En cambio por estos lares, de ser por la calificación femenina, apenas nos hubiese alcanzado la nota para dar examen final...

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  3. Hola Juli… Muy buen texto éste... y mejor tu respuesta en mi blog.

    En un momento decís: “Sos como un niño que quiere saber, pero a diferencia de ellos, no le preguntas a otros, te preguntas a vos mismo: ¿Por qué?”

    Heme aquí pensando en dos puntos nuevos que nuestra exquisita conversación ha decidido afrontar, el Orgullo y el Conocimiento. Sobre tales cosas, la filosofía realiza una especie de salto acrobático desde un trampolín teórico, pero mientras cae, aferrada a un flotante sistemático, esperando sumergirse en una pileta de principios, respuestas, y orden, se da cuenta de que allí no hay agua, se da cuenta de que allí no hay nada definido, salvo el hecho de que recibirá un gran golpe.
    Voy a exponer mi concepción del conocimiento, concepción que pretende englobar muchos puntos, pero que no los considera como puntos ajenos al conocimiento mismo, sino inmanentes a él, por ejemplo, el orgullo, inflexión de fuerte contenido ético y moral. En la actualidad, se trata de emancipar la ciencia de los climas éticos y morales, y para satisfacer a algún seudo-científico, como yo, se permite la institucionalización de disciplinas teóricas que se encarguen exclusivamente de cosas inocuas, a cambio de no considerarlos parte del club, sino como empleados de dicho club: La Ciencia. Leer tiene un precio, y no es el precio monetario.
    Con mi concepción del conocimiento, voy a responder a tu pregunta de por qué no le pregunto a los demás, cosa que no es del todo cierta jeje, a pesar de mi deseo de saber.

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  4. Parte 1)
    El conocimiento puede recibir muchos nombres, puede ser estudiado con muchas lupas, y puede dar respuestas a muchas preguntas. Sin embargo, no por esto se debe creer que el conocimiento tenga “forma”, es decir, tenga “esencia”, y mas precisamente, que tenga una esencia que supuestamente le caracteriza. La “esencia” del conocimiento no se relaciona con sus fundamentos, ni con su contenido, ni con su objeto, ni con su método, todo esto son sólo maneras de practicarlo; la esencia del conocimiento se relaciona con una actitud; la esencia del conocimiento es una forma, pero de ver las cosas.
    Dicho más acotadamente: el conocimiento es un darse cuenta.
    El conocimiento es la salida de la sospecha hacia la sospecha. El conocimiento es el re-conocimiento. ¿Qué tipo de re-conocimiento, en qué sentido? El conocimiento es el asumir la parcialidad de la lupa, la estrechez de las pretensiones, por más pretenciosas que sean. El conocimiento es el re-conocimiento de la ignorancia, con todo lo que eso implica, tanto positiva, como peyorativamente.
    Visto así, el conocimiento, si tiene alguna forma, tiene la forma de un camino, o mejor dicho, tiene la forma de un andar, que por cierto, es largo y difícil, tanto, que para muchos es imposible.
    El conocimiento no proviene del afuera, en todo caso, afuera está la base o fuente del conocimiento: los animales, las plantas, las personas, la tierra, las estrellas… Esas nadas que manchan nuestra visión son la fuente del conocimiento, la base desde donde parte. Pero el conocimiento no se reduce a ellas, las supera dándoles formas, estructuras, nombres, relaciones (éstos son los objetos del conocimiento, pero no los fines de él); por lo tanto, es absurdo pretender que el conocimiento provenga del afuera, porque el conocimiento es una tarea en la que cree, y a la que se avoca el “hombre”, es decir, que el conocimiento proviene del “hombre”, y como tal, el conocimiento que conocemos es específicamente humano: responde a necesidades humanas. Se ha dicho unas cuantas veces, que “el hombre desea por naturaleza conocer”, como si el conocimiento le correspondiese por derecho. No lo creo así. El hombre en sí mismo es un producto de ese conocimiento, y el conocimiento es producto de un hombre que ya se ha perdido, y que ya se ha olvidado patológicamente. Creemos ingenuamente, o nos hacen creer ingenuamente, que estudiando llegaremos a conocer, pero en realidad, estudiando, accederemos al conocimiento (ésta es estrictamente la verdad). Estudiar en instituciones es acceder al conocimiento institucionalizado, es la puerta de entrada al club de la ciencia, es ir a buscar afuera lo que no hay. Un profesor no podrá nunca transmitir conocimiento, porque el conocimiento no consiste en aprender programas, ni en recibir títulos; todo eso es un juego civilizador. Nos educamos para respetar las reglas de convivencia, y en realidad, para ser mejores esclavos, para satisfacer mejor las necesidades de unos pocos.

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  5. Parte 2)
    El verdadero conocimiento, visto como una cosa que puede tomarse o beberse, se consigue dentro, está dentro. El conocimiento, visto como una actividad, es una tarea personal, interna, subjetiva. El conocimiento tiene naturaleza espiritual, es el afán (camino-andar) de conocerse a uno mismo; tiene como meta, descubrir el significado de las cosas; es el re-conocimiento del lugar que nos corresponde en el universo; es el resultado de conectar con el mundo. Todo esto compone al conocimiento, todo esto es lo que lo constituye. La cuestión es, que todo eso es, creo yo, lo que se busca, es el sentido tantas veces llamado. Cada persona busca su completitud, el conocimiento es el resultado de esa búsqueda de completitud, que por cierto, es ínfima, porque las personas somos entidades repletas de nada. El conocimiento es re-conocimiento de la ignorancia, tanto originaria, como final. Somos ignorantes desde que nacemos hasta que fallecemos, es decir, somos en la ignorancia, somos en la nada, y transitamos al ser durante un tiempo estrecho.
    Ahora bien, tampoco debe creerse que el conocimiento, por estar dentro de uno, no sea un aprendizaje. El conocimiento no es otra cosa que aprendizaje.
    El conocimiento es un aprender a re-conocernos, es un aprender a re-conocer al otro, a eso que escapa de la tipificación, pero que se puede ver a través de los ojos de alguien; es re-conocer mí nada, la nada, y tu nada, es re-conocer el lugar que me busco para pertenecer. De nada sirve recibirse de Médico, Ingeniero, Licenciado en Filosofía, sino se busca el sentido-significado, y para hacerlo, debemos aprender a aprender, y a seguir aprendiendo por el resto los tiempos.
    Así dicho, todo parece color de rosas, y eso no es así. El conocimiento rara vez es siquiera visto de lejos por alguna persona. Somos demasiado egoístas y ambiciosos para poder entenderlo, tanto, que terminamos creyendo que no existe bajo esas formas tan humildes y efímeras. ¡Qué niños ilusos aprendimos a ser!
    Lamentablemente, nos falta mucho camino, le falta al “Hombre” muchos más errores para aprender a superarse, para aprender a re-conocer que el “Hombre” no es el final, sino el principio.

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  6. Parte 3)
    Me adentro, así, a la parte más tétrica del conocimiento, la parte personal. El enemigo siempre está dentro, por eso es tan difícil y largo el conocimiento; el conocimiento, entonces, es el re-conocimiento de eso, el re-conocimiento de tener que aprender a vencer ese enemigo, o al menos a intentarlo sin descanso, porque puede que nunca nadie lo logre, y es muy probable que el conocimiento sea tal, por un lapso de tiempo insignificante. Ese enemigo toma muchas formas, una de esas formas, es el Orgullo, a mi juicio, una de las más poderosas. El más poderoso enemigo es el “yo”, la sujeción a un objeto, de una conciencia que siempre es derramada sobre un vaso rebalsado.
    En el aprendizaje, la mayoría se rinde ante el primer tropiezo, y muy pocos vencen los obstáculos, o mejor dicho, muy pocos quieren vencerlos, porque bien podría ocurrir que alguien no pueda sortear determinado obstáculo, pero eso no es lo importante. El punto es que no se quiera hacerlo, y la causa de eso, entre otras, es el Orgullo. Sartre dijo algo que me parece muy cierto: “la libertad no es hacer lo que se quiere, sino querer lo que se hace”; el punto es que muchos no quieren aprender, y por ende, no quieren conocer, no quieren ser libres, ser sabios. Ser sabio no es saber mucho, un obrero metalúrgico puede ser sabio, y no así un Doctor en Bioquímica graduado en Harvard.
    El orgullo es como una coraza, vos lo dijiste muy bien, y la defendemos como perros que defienden su territorio. El orgullo nos enjaula en la ignorancia; el conocimiento es el re-conocimiento de que la ignorancia no nos empuja a la quietud, sino al movimiento. Vencer al orgullo es cuestionar nuestras mas profundas convicciones, aunque nos duela, nos lastime, nos de ganas de vomitar, porque ellas, las convicciones, son las que nos dan las sorpresas, ellas son las que fracasan en su intento de ser eternas y universales. El orgullo es ambicioso, y por eso débil; nos da la sensación de fuerza y poder, y por eso es hipócrita.

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  8. Parte 4)
    La razón por la que indago en mi interior las cosas, es porque un día me dí cuenta de que nadie, nunca, me va a poder, por mas que quiera, dar conocimiento, darme la fuerza para vencer a mi enemigo, mi propio “yo”, esa estructura de conciencia que intenta identificarme, pero que no hace mas que representarme como los políticos argentinos representan a sus votantes, mal y para exclusivo beneficio propio.
    La vida es una batalla contra nosotros mismos, nadie nos preguntó si queríamos ir a esa batalla, o si estamos preparados, o si tenemos otras opciones. Y por eso no somos libres como se cree, porque la libertad no está en la indeterminación del principio de acción, en la elección de lo que se nos de la gana, la libertad está en re-conocer nuestra cárcel, está en re-conocer nuestra ignorancia, esta en re-conocer nuestra nada. Por eso no creo en el papel que se les da a los psicólogos. Las personas acuden a ellos como si fueran mesías, para que les digan qué y cómo hacer. Pero por mas bien que haga, por mas consejos y pautas de conducta que nos de un psicólogo, siempre las cosas las debemos resolver nosotros, y en realidad, antes de resolverlas afuera, primero debemos resolverlas adentro. Es lo que hace el psicólogo, él representa la prudencia, la calma, la fuerza que deberíamos aprender a conseguir para luchar con nuestro enemigo, con nuestro “yo”, por eso van desesperados a que les diga cómo. Y lo peor es que esos psicólogos sólo venden estructuras académicas, porque después de la sesión, el mismo psicólogo, acude a otro para que le diga qué y cómo.
    Por más ayuda profesional que tengamos, las personas somos precipitadas, egoístas, hipócritas, ambiciosas, y orgullosas de una ignorancia quietista y cobarde, y siempre miramos para afuera, nunca para adentro. Lo mismo pasa con mis colegas estudiantes de filosofía: van a preguntarle a Nietzsche, a Kant, a Marx, como si ellos pudieran hacer algo al respecto (están muertos, ¡por favor!). No sirve de nada leer a Nietzsche, a Kant, a Marx, o a cualquiera, si no se está dispuesto a salir lastimado, y a aprender a comprenderlo primero, y a cuestionarlo, siempre a cuestionarlo después; estrictamente, si no se está dispuesto a aprender que ningún autor va a poder hacer nada por vos, salvo inspirarte, cosa ya demasiado grande e importante, entonces de nada sirve lo que se lee. Así se cae erróneamente en la adoración: Marx se vuelve un dios, Nietzsche un diablo, y Kant el representante de la humanidad en la guerra de diplomacia y demagogia.
    Un día me dí cuenta de que ya no podía ni debía de buscar el conocimiento fuera de mí. Pero eso no me vuelve un autista, un orgulloso, un engreído, un pedante, como la gente me ve o ve a personas parecidas a mí, porque no creo que sean ésas las conclusiones, si detrás de mi actitud comprendieran mis fundamentos y principios.
    Ojala vos emprendas el camino del conocimiento, y ojala yo pueda inspirarte, aunque sea un poquito, porque se esta muy solo en un camino así, sería bueno algo de compañía.

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  9. Aquí va mi reflexión sobre mi animalidad:


    1) La parte animal, sin protocolos (lo que no se quiere decir):

    El “Jabalí” que tenemos adentro, no es careta como somos nosotros, por eso lo tapamos con estupideces, con ropa cara, con peinados de peluquería. Ese “Jabalí” quiere coger, mientras más, mejor; quiere morfar lo que encuentre por ahí hasta no dar más; quiere hacer mierda al gil que se la va de bibo y que después se hace el boludo. Ese “Jabalí”, no quiere mover un puto dedo por nada y por nadie, si pudiera rascarse las bolas todo el día, lo haría hasta que se le paspen y tenga que levantarse. Ese “Jabalí” quiere torrar hasta no tener mas sueño, no quiere recibir ordenes de ningún pelotudo. Ese “Jabalí” no se pone a pensar, no quiere pensar, pa’ qué pensar, ¿pa’ que otro hijo de puta, mientras vos pensás y perdés el tiempo como un pelotudo/a, morfe más que vos, coja más que vos, viva mejor que vos? ¿pa’ que un cabrón te afane y te pegue un tiro por el cagaso que tiene, y te cague la vida? NO LOCO, a esos conchudos, hay que matarlos de una, todos al paredón, pendejo, mujer, viejo de mierda, todos; y al que se haga el machito defendiéndolos, también.
    Entonces, un día, ese “Jabalí” se da cuenta de que tiene que hacer algo pa’ que no se lo culeen, y se vuelve un auténtico hijo de la gran puta, porque se pone a pensar la manera de cagar al resto. Si cuida algo, va a ser lo suyo, solamente. Si hace algo más, es para que lo suyo sea más grande. Y así, quiere vivir como un rey, y que todos vivan como sirvientes de él.

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  10. 2) Reflexión con actitud caballeresca y protocolar (el desvelamiento de lo oculto):

    En primer lugar, no creo en la definición del Hombre como un “animal racional”. Eso es un terrible error, un error digno de cometerse con fines igualmente terribles. La definición dicha surgió en un momento determinado de la historia, mas precisamente, hace unos 2000 años, en Grecia. Aristóteles fue el autor textual de dicha definición, pero ella no salió de la nada, ésa definición reunía, sintetizaba, un pensamiento común de la cultura griega. Para el griego, los bárbaros eran una especie de animales evolucionados, es más, “Bárbaro” era todo aquél que no sea griego de nacimiento y origen. Esto no es algo ingenuo, la sociedad griega fue esclavista, y en el momento de mayor auge del pensamiento, en la tan adorada democracia de Atenas, fue donde mas se defendió el esclavismo. ¿Quiénes eran los esclavos? Los bárbaros: animales domésticos para trabajos pesados. No importa si eran prisioneros de guerra o nacidos en la casa, eran animales que se tenían como mascotas, muy bien alimentadas y limpias, pero eso sólo para que trabajen mejor y no entorpezcan sus tareas.
    La cuestión, es que los griegos no veían en la esclavitud algo “malo”, sino que los esclavos eran el real motor de la economía griega. Y Aristóteles reflexionó sobre esto: para llevar a cabo la Contemplación (la acción más acabada de la Razón), y el aprendizaje necesario para ir al Ágora (donde sólo tenían voz los ciudadanos), hay que tener disponible, y en abundancia, dos cosas: tiempo, y las necesidades materiales satisfechas. ¿Quién hace posible tal cosa? El esclavo. ¿Por qué? Porque el esclavo tiene una naturaleza primitiva, y le corresponde por naturaleza obedecer, no tanto al más poderoso, sino al que es por naturaleza más perfecto, más racional. Los griegos están hechos para contemplar la Belleza, están hechos para ejercer la Razón; los bárbaros están hechos para que los griegos hagan aquello para lo que están hechos. (jejeje, feo, pero cierto)

    La sociedad griega era aristocrática, y en la reflexión griega, son considerados iguales, sólo los aristócratas, es decir, los hombres ciudadanos de la polis, dueños de una naturaleza sublime. En la reflexión griega son excluidos de la consideración todos los otros “tipos” o “razas” de Hombre.
    Pero los griegos eran muy perspicaces. Se preguntaron: “está bien, para mí, el esclavo es por naturaleza esclavo, además, me conviene que sea así, pero yo lo veo muy parecido a mí, ¿qué lo hace diferente e inferior?
    La materia, para los griegos, estaba asociada a lo corruptible, era menos que la forma, que asociaban con la naturaleza-esencia de algo. La materia debía tomar forma para ser algo, sino, era nada, era pura potencialidad, puro no-ser. La forma, en cambio, era puro acto, puro ser, era la dueña-portadora de la definición-esencia de algo. Por ejemplo: El Hombre va a ser definido por su Forma, y no por su Materia. El Hombre es “animal” en cuanto a la Materia: tiene órganos, músculos, funciones, como muchos animales, como muchos “Hombres”. Pero el Hombre es diferente de los animales, porque tiene una esencia, una forma superior: la razón o el alma. Ahora bien, entre los hombres, unos tienen más relación con la Materia, y otros, más relación con la Forma. Los Bárbaros no tienen el alma desarrollada, eran considerados animales, o niños pequeños, es decir, cachorros humanos. Entonces, los bárbaros eran hombres sólo por semejanza, sólo por la configuración similar de la materia. Los bárbaros no son hombres, porque su definición muestra una esencia diferente, tienen un alma primitiva. Los bárbaros son impulsivos, no dominan sus instintos; en cambio, los griegos, son prudentes, dominan sus instintos, son racionales, y eso los hace perseguir fines más sublimes, más divinos, es decir, mejores.
    Con esto muestro que la definición de Hombre como “animal racional” es no sólo arbitraria y poco fundada, sino que su principal razón de ser, no es su veracidad teórica o científica, sino, su veracidad y funcionalidad práctica y política.

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  11. Creo que toda reflexión sobre la “parte animal” del Hombre parte, en realidad, de una pregunta: ¿Qué sería de nosotros si no fuésemos hombres? Ahora, yo pregunto: ¿Somos Hombres? En la primera pregunta, al parecer, obvia y simple, están muchas de las claves para develar los secretos de la definición de Hombre. No voy a responderla aquí, podes reflexionar sobre ella vos Juli, después me contás.
    La definición griega o clásica de Hombre, se muestra, entonces, “ilegal-inmoral” en cuanto a los valores éticos y morales que hoy manejamos. Todo indica que hoy no avalamos la esclavitud, y que no consideramos a los diferentes hombres, razas inferiores o superiores. Hasta se ha puesto en discusión, y refutado o deslegitimado, el concepto de raza, porque tal concepto no responde a patrones biológicos como pretende hacer, sino a cuestiones económicas, culturales, y en especial, políticas. Hoy consideramos a la humanidad, un conjunto de individuos iguales en cuanto a su naturaleza: “todos los hombres somos hombres”. (Algo obvio, ¿en serio?)
    La clave de la definición actual ha cambiado de polaridad: todos los hombres tenemos derechos, entre esos derechos, está el derecho a ser hombres, como si el concepto Hombre, conllevara necesariamente a ciertas prescripciones. Esto no resolvió el problema, la pregunta “¿qué es el Hombre?”, sigue tan vigente como irresuelta. Lo que no se dice, es que los derechos que supuestamente se derivan del concepto Hombre, son en verdad, obligaciones. Un hombre con derecho a reclamar por sus derechos, es un hombre con la obligación de reclamar por sus obligaciones, es decir, que el hombre tiene la obligación de responder a los derechos que reclama. Para ser hombres hay que cumplir determinados requisitos: ser social, tener conciencia, tener un “yo”, ser instintivo (pero sólo inconcientemente, o al menos, en un ámbito privado-ubejtivo) ser económicamente activo, políticamente obediente, moralmente y éticamente correcto, y sobre todo, seguir siendo como decía Aristóteles: racional. Vos fijáte, en éste país, el trabajo es un derecho. ¿Qué te hace pensar eso ahora?

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  12. Vuelvo.
    Si con “parte animal del hombre” queremos decir, aquél aspecto “biológico”, “instintivo”, del Hombre, tenemos que saber que en ésa parte no hay nada definido, es más, hay un morboso ocultamiento y un grosero error.
    Según lo convencional, el instinto no es racional, y por tanto, la parte instintiva del Hombre, alteraría su actitud humana-racional. El hombre se volvería un animal hecho y derecho, como un cocodrilo. Pero ese no es el caso. La parte animal del hombre no se corresponde con lo “Animal”. Recordá lo que dije, sin protocolos, sobre mi animalidad. (Intentálo vos misma, y fijate si coincide; yo creo que sí.) Esas cosas no las haría ningún animal, o al menos eso suponemos-sabemos.
    Lo que quiero decir es lo siguiente: la parte animal del hombre desborda la animalidad, no hay nada animal en el hombre. El hombre, aún siendo instintivo, no es animal; sus instintos no son animales, porque por más básicos-primitivos que sean, siempre cargan con intereses que van más allá de la mera satisfacción de, por ejemplo, el hambre. El “instinto humano” no es ni por asomo el “instinto animal”.
    Ahora bien, si prestamos atención a la otra parte de la definición de Hombre, es decir, la convencionalmente vista “parte Humana-Racional-Social”, esa tampoco corresponde, según lo que prescribe, a lo que el Hombre es de hecho. En la parte “civilizada” del Hombre, supuestamente, hay intereses que tienden al Bien, es decir, que el Hombre, por ser racional-civilizado-humano, evita el mal al prójimo, evita el aislamiento, evita la quietud, evita la actitud destructiva del medio ambiente, evita la autodestrucción. ¿De qué carajo me están hablando? ¿Eso es el Hombre? No, ni en pedo.
    ¿Cual es mi tesis? El hombre desborda, no encaja, está mas allá de la definición que él mismo se da, porque, entre otras cosas, en su vida práctica, el hombre no lleva a cabo lo que dice en su definición. El concepto de Hombre es una invención teórica que, como la de los griegos, responde a cuestiones más bien políticas, es decir, responde a cuestiones de poder sobre los otros.
    En todas las cosas, hasta en las que parecen buenas e inocentes, el hombre oculta su condición, condición que, vista desde la definición actual de Hombre, no sería humana, o sería considerada inmoral, primitiva, instintiva, irracional.

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  13. Bueno, escribí mucho… Traté de ser lo más claro y ordenado posible, éste es un tema muy complicado. Platón dijo una vez que nunca será posible transmitir, sea por escrito u oralmente, el proceso de pensamiento; es inexpresable el camino a una conclusión o tesis, sólo podemos mostrar lo conseguido, y no necesariamente.

    Espero tu respuesta, espero tu pensar

    Te mando un gran abrazo Juli

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  14. Muchas gracias Juli por tan linda respuesta… estuve esperándola ansioso

    Por alguna razón que no conozco, no pude publicar mi comentario en tu texto “Whisky”. No sé qué onda; desde mi blog, el texto ése aparece como publicado, pero cuando entro a tu blog por Google, el texto no aparece… ¿Vos lo suprimiste?
    Bueno no me quedó mas opción que publicar en este texto…

    1)

    Sigo creyendo que el conocimiento está en uno, dentro de uno; pero eso no quiere decir que seamos autistas, o que no contemos con la ayuda de otros, tampoco quiere decir que podamos sacar de nuestra cabeza, sin ninguna enseñanza, un teorema matemático aplicable a la física de partículas.
    Si, como ya dije, el conocimiento es un aprendizaje, y un camino, es poco probable que ese aprendizaje y ese camino se transiten a solas literalmente. Si anhelas conocer, en tu búsqueda, vas a contar con muchos consejos, guías, personas, profesionales, amigos, y parientes, es más, todo eso va a constituir los primeros pasos de ese camino; pero ningún consejo, como tampoco ninguna guía, persona, amigo, o pariente, puede transitar el aprendizaje en tu lugar; consejos, guías, y terceros, sólo nos pueden ayudar en tanto faros.
    Traigo a Kant para que me ayude a ilustrar esta cuestión. Kant cuenta una alegoría en éstos términos en los que me expresé arriba: si tomamos nuestro conocimiento actual, cualquiera que sea, y lo vemos como si fuera una isla, el conocimiento, entonces, es embarcarse fuera de la isla, hacia lo profundo del mar; los consejos, enseñanzas, y personas que nos ayuden, hacen el papel de faros en la distancia, los cuales pueden “orientarnos” hacia nuevas costas, pero queda en el navegante la tarea de ir hacia allí, y de buscar nuevos faros, así también, queda en el navegante darse cuenta de que el faro mismo, no es el conocimiento, sino que el faro es sólo una dirección, ni siquiera es un sentido. El conocimiento se consigue dentro de cada uno, porque es dentro de cada uno donde la búsqueda comienza y culmina, es dentro de cada uno donde se consigue ver lo conseguido; las verdades de una persona, las puede hallar sólo dentro suyo, porque sólo dentro suyo está el sentido de la búsqueda, sólo dentro suyo está la particularidad de su completitud.

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  15. Pero coincido con vos en que hay una forma de conocimiento que es “natural” del “hombre”, la que vos definiste como “Un saber sobre el comportamiento de los fenómenos externos”, ilustrado en ese niño que se sorprende con la pared.
    ¡Qué paradójico!, durante casi 1800 años, en el occidente se desacreditó esa forma de conocimiento a la que te referiste. Vuelvo a traer a Kant; él fue uno de los que re-consideró ese conocimiento, y se arriesgó a afirmar y “probar”, que ésa forma de conocimiento, es el único conocimiento estrictamente posible, porque el “hombre” sólo puede conocer en tanto fenómeno. Pero además, Kant caracterizó a ese conocimiento como científico, porque la ciencia también es el conocimiento de los fenómenos, pero suma a ese estudio de los fenómenos, el estudio de la relación de dichos fenómenos con el “hombre”.
    Yo no estoy tan de acuerdo con Kant, como lo estoy con vos Juli, sobre este punto, porque que creo que vos no estabas apuntando a lo que dice Kant.
    El niño está conociendo de forma “natural”, esa es la cuestión; pero cuando usamos la palabra “conocer”, no queremos decir que el niño está ejecutando un método de conocimiento, eso es la mensura del fenómeno, la ciencia de la que habla Kant. Cuando usamos la palabra “conocer”, interpreto que queremos decir que el niño está actuando (de forma “natural”) con su medio. Esta forma de conocimiento sí es “natural” del “hombre”, porque conocer es también actuar, y en éste punto, conocer es, estrictamente, actuar con el mundo: sentir lo externo, no medirlo.

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  16. Sin embargo, hay un punto en el que creo que no entendes a lo que me refiero, o quizá no querés entenderlo. Ese punto puedo utilizarlo como ejemplo paradigmático de mi tesis: “el conocimiento esta dentro y no fuera”.
    Si vos fuiste a terapia, y te hizo muy bien, está perfecto, también me parece perfecto que hayas ido a buscar otra mirada; a lo que voy es que el profesional que te trató, te recomendó cambiar de lentes, y te dió lentes nuevos; pregunta: ¿quién tiene que usar los lentes, vos o el terapeuta?, ¿qué ocurre si no usas los lentes que te recomendaron?
    El terapeuta te pudo haber ayudado a ver las cosas de otra manera, y fue positivo de tu parte buscar ayuda, pero esta en vos, y sólo en vos, la tarea de darte cuenta de que esa manera recomendada te es mejor; quizá que el terapeuta se equivocó, y en ese caso, ¿qué vas a hacer, vas a ir a otro terapeuta hasta que te digan lo que buscabas?
    Está en vos la tarea de aplicar el consejo que te dio el terapeuta, y también está en vos la tarea de averiguar si lo que te recomendó hacer o ver, es lo mejor para vos, ¿por qué?, porque sos vos la que va a vivir las consecuencias, sean éstas “malas” o “buenas”.
    De última, no está en las manos del terapeuta que vos lleves a cabo lo que él te recomienda, si no lo haces, sí le va a importar mucho que vayas de nuevo con él, y eso no es tanto por tu integridad como por el dinero que vos le pagas. Tené en cuenta, ése es su trabajo, ésa es su esclavización.
    Por esto, veo que tenes tensiones para reconocer que sos vos la que hace el trabajo cuando va al terapeuta, o al psicólogo, es decir, que estás pagando por algo que en ultima instancia, tenes que hacer vos sola, y que en realidad, haces vos sola. A lo sumo, estas pagando para que te muestren una dirección que seguir, estás pagando para que te muestren faros, lo que no me parece grato, ni barato, sea el precio que sea. Ojala hayas podido ir a terapia sin pagar un peso.
    Para terminar:
    ¿Vas a tomar la palabra de cualquiera y aplicarla sin más? Puede que así lo hagas, pero, a menos que creas que, por ser ese extraño un terapeuta, tenga mas privilegio su palabra que otras, o peor aun, que creas que por ser un terapeuta profesional, tiene razones fundadas, y por lo tanto, mejores y ciertas, siempre está en uno el aceptar o no la “ayuda”, en aplicarla o no, y creo que es una actitud prudente tomarse un rato para reflexionar sobre el consejo o ayuda que te dan, sea de un terapeuta, o de un amigo, y eso también lo hace uno. Y si uno reflexiona sobre el consejo que le dan, ¿por qué ir a pagar para que me lo den, y tomarme el trabajo de reflexionar, cuando es más fácil aceptarlo así como así, para lo cual pago?
    Vos me preguntas: ¿por qué no contar con la ayuda de terceros para alcanzar el conocimiento? ¿Por miedo?
    Yo te pregunto: ¿por qué siempre ir a buscar ayuda de terceros? ¿Por qué no escuchar, no sólo hacia fuera, sino también hacia adentro? ¿Por miedo?
    Creo que tu reacción a esto va a ser de conciliación, ambas cosas participan del conocimiento, y no es que el miedo se genere por ir a buscar afuera o adentro, sino que el miedo es producto del conocimiento, porque conocer causa miedo. Pero ese miedo, sólo puede ser vencido dentro de uno, nadie lo puede hacer por uno.

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  17. 2)

    Cuando vos usaste la nomenclatura “animal racional”, supuse de primera que no querías decir exactamente lo mismo que Aristóteles, eso es muy poco probable. Pero también supuse que no conocías la historia de esa definición, y que tampoco conocías lo que argumentó Aristóteles al defenderla. Me pareció, entonces, copado y útil, decirte lo que pensaba Aristóteles, y contarte un poquito de la historia de esa definición, y de las paradojas, y contradicciones, que encierra; cosas éstas, que no todos saben de su existencia.
    Ahora, en este momento, pienso que cuando leíste lo que yo te escribí sobre la nomenclatura “animal racional”, te diste cuenta, y pudiste ver, que nunca dijiste ni pensaste lo mismo que Aristóteles, y que nunca coincidiste con lo que predica esa definición de hombre.
    Me pone contento que estés en desacuerdo con Aristóteles, y con esa definición.

    * Decís: “no debería existir ese tipo de esclavitud que se esconde bajo el nombre de trabajo.” Muy bien, concuerdo totalmente. Y qué propones al respecto. ¿Cómo imaginas un mundo en el que las personas no trabajen?
    * Decís: “Todos deberían tener un acceso igual a la educación.” También estoy de acuerdo con esto, pero pregunto: ¿quienes son “todos”?. La historia muestra que muchos propusieron esa misma proposición, y que las diferencias entre todas esas propuestas, radican en quiénes son los llamados “todos”. Paradoja: en este país, todos los miembros de la burguesía, tienen igual acceso a la educación. El “todos” está dicho por burgueses. ¿En nombre de quiénes decís vos “todos”?
    * Decís: “Para contemplar hacen falta tiempo y necesidades materiales satisfechas.” Aquí coincidiste con Aristóteles, yo también. Pero después decís: “Además tener tiempo sólo para reflexionar es muy aburrido.” ¿?
    No pongo los signos de pregunta porque me sorprenda que te parezca aburrido reflexionar, a pesar de no creer que sea totalmente aburrido hacerlo; los pongo porque me pregunto: ¿de qué depende que algo te sea aburrido?
    Es verdad, es aburrido reflexionar todo el día, además, es prácticamente imposible. ¿Pero es el aburrimiento el problema, o es que no sabemos encontrarle la “utilidad” a la reflexión? Se me ocurre que el problema no es que la reflexión sea aburrida, sino que la reflexión sea abordada y pensada en términos de utilidad capitalista, o términos de distracción y/o diversión.
    * Decís: “¿Qué sería de nosotros si no fuésemos hombres? Seríamos mujeres.” Me hiciste reír mucho cuando leí esto, no por ironía, la ironía está en tu respuesta, sino porque me pareció una respuesta muy original. No sé si ésa es tu respuesta final, pero yo no creo que si no fuésemos hombres, seríamos en su defecto mujeres, porque las mujeres son seres humanos, es decir, son hombres. !Vaya encrucujada, resulta que las mujeres, en realidad, son hombes! Qué feo.
    * Decís: “¿Porque decís que el hombre no encaja en la definición que él mismo se dio?”
    Respuesta: el hombre no encaja en la definición que él mismo se dio porque en esa definición no se expresa la verdadera naturaleza del hombre, la cual no es algo determinado, sino que por el contrario, es una pura nada. La naturaleza del hombre no es ser ni racional, ni animal, ambos conceptos no capturan lo que pretenden; la naturaleza del hombre es un rebalsarse a sí misma, ajena al determinismo, ajena al ser de las cosas, lejana de sí misma en cada momento de su apagón.

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